Cocinémonos,
como si fuéramos animales.
Que alegría más tonta.
Que no haya nada más.
Lo veo bien.
Hoy lo veo.
¡Quién me lo diría!
¡Que vivan los idiotas!
A veces pasa que te agita el encuentro de una mirada. Te despierta un interés. Te arriesgas, y pruebas. Y cuando te lanzas pasan dos cosas. Una, que no sientes nada, y como viene se va. Dos, que sientes algo que te incita a cruzar una línea que sabes que te lleva a introducirte en una aventura por descubrir.
Es curioso, cómo en la vida cada decisión tomada constituye una bifurcación en nuestra historia. Pasa porque queremos ver en los demás lo que nos falta. Y al final, llegamos a la conclusión, que eso que creíamos que nos faltaba no era importante, ni era lo que nos iba a llegar a hacer sentirnos especiales. Eso no se puede forzar. Se da o no se da.
Querer saber que está haciendo esa persona, echarla de menos, pensarla, tenerle ganas todo el rato. Eso es síntoma de que lo inesperado te cambia la vida.
Es curioso, cómo en la vida cada decisión tomada constituye una bifurcación en nuestra historia. Pasa porque queremos ver en los demás lo que nos falta. Y al final, llegamos a la conclusión, que eso que creíamos que nos faltaba no era importante, ni era lo que nos iba a llegar a hacer sentirnos especiales. Eso no se puede forzar. Se da o no se da.
Querer saber que está haciendo esa persona, echarla de menos, pensarla, tenerle ganas todo el rato. Eso es síntoma de que lo inesperado te cambia la vida.
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